Turbulencia económica: @JROLDANA

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Jesús Roldán Acosta
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Este 2017 recién ha iniciado se presenta con mucha volatilidad económica para México.

Del año 2015 al presente año el peso mexicano ha decrecido 5 pesos, apenas el pasado viernes cerró a $22.10 pesos por cada dólar estadounidense.

Sin embargo, eso no impedirá que las empresas extranjeras dejen de invertir, por las ventajas implícitas en la relación cambiaria (peso-dólar), salvo las norteamericanas que en el sector automotriz, ha estado presionando el presidente electo Donald Trump para que le dediquen mayor cantidad de empleos a sus compatriotas y las ubicadas en territorio mexicano se reubiquen en aquella nación.

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Será para nuestro país una gran oportunidad, ante le férrea cerrazón de Donald Trump de que nuestra economía se reinvente, al tiempo que debe buscar nuevos y mejores horizontes para sus exportaciones y hayan novedosas captaciones de inversión extranjera directa (IED).

Los vientos negativos, resultado de vaivenes económicos, hacen ver que el peso mexicano se vaya depreciando, acompañándose del aumento en las tasas de interés, mismas que en once meses han crecido más de 2.5 puntos porcentuales.

Mientras tanto, la Secretaría de Economía, a través de su titular, Ildefonso Guajardo, señala que para el 2017, se estima que nuestro país recibirá 25 mil millones de dólares a través de Inversión Extranjera Directa.

Aunado a lo antes expuesto, tendríamos que añadir a las recientes y múltiples, a la vez que desgastantes informaciones provenientes del propio ejecutivo federal, en el sentido de que se pretende salir bien librados de la presente turbulencia económica, disparada por el efecto nocivo del “gasolinazo” y que con la reciente suscripción del “Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y para la Protección de la Economía Familiar”, realizado en la Residencia oficial de “Los Pinos”, al parecer, las aguas quedarían calmas. El efecto fue contrario.

Esa es una salida propia para los ingenuos. Lo que la administración de Peña Nieto pretende con los incrementos constantes del “gasolinazo” es generar este año la suma de 300 mil millones de pesos por el cobro de los tóxicos impuestos del IEPS(Impuesto Especial sobre Productos y Servicios), a fin de poder compensar -en cierta medida- lo despilfarrado y saqueado durante el periodo del 2013 al 2015 en las empresas de Pemex y de la CFE y que sumó la cantidad de 240 mil 518 millones de pesos.

Sólo habremos de recordar, los famosos y pérfidos “Pactos” o “Acuerdos Económicos”, que se registraron en los pasados sexenios gubernamentales de José López Portillo, de Miguel de la Madrid Hurtado, le siguieron los instrumentados por Carlos Salinas de Gortari, que no sirvieron de gran cosa.

Esos no dieron tangibles resultados, en tanto que no consideraron la inclusión de verdaderos diálogos con la sociedad en general; más bien fueron impuestos, a través del uso de la “fuerza del estado”. Fueron hechos  de manera apresurada y sus efectos resultaron bastante limitados.

No resolvieron, ni tampoco encararon a fondo los problemas, ni las causas de éstos.

Fueron simples “llamadas a misa” y no pasó de ser más que una vil “llamarada de petate”.

Cabe mencionar que en dichos sexenios de gobierno, las “fumarolas” de la privatización facilitaron que unos cuantos se enriquecieran, por encima de los muchos.

Es bien sabido que la economía familiar, para sanarse,  no requiere de placebos, pero sí de reales y efectivas medicinas de patente, que le hagan salir a la brevedad de la grave enfermedad. Ésta ha sido generada por el recurrente y mal desempeño de parte de los pésimos gobernantes mexicanos, mismos que han postrado en la miseria a muchos habitantes de esta nación.

Volviendo al caso de la citada reunión convocada el pasado lunes en “Los Pinos”, por el presidente Enrique Peña Nieto, donde minutos antes se habían reunido los gobernadores adscritos a la Conago, con el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade Kuribreña, lo destacable es que los gobernadores de los estados no suscribieron, ni tampoco apoyaron dicho “Acuerdo”.

Reacción similar fue la asumida por la dirigencia nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), quienes anunciaron que tal compromiso económico deberá ser a favor de los mexicanos y no que beneficie a unos cuantos intereses personales. ¡Más claro ni el agua!

La Coparmex aseveró que el “Acuerdo” necesita ser analizado y sopesado con un poco más de tiempo, a fin de que sea consensado por todos los sectores sociales; además, los representantes patronales mencionaron que “dicho Acuerdo no se construye en tres días”. Esa cúpula empresarial refirió también, que tal Pacto Económico debe ser en favor de todos.

Fueron más allá las observaciones hechas por la Coparmex, al señalar que “el gobierno, quien administra los recursos públicos, está obligado a asumir compromisos específicos para mejorar el manejo del presupuesto, eficientarlo, transparentarlo y, en su caso, conseguir o castigar su mal uso”.

De esa manera la Coparmex asumió franca, seria e indeclinable compromiso para combatir los mecanismos de la corrupción generalizada, mediante el uso de herramientas eficaces y sin fines partidistas. Eliminando, por lo menos, la mitad de los 37 “Programas Sociales” (duplicados); establecer el Padrón Único de Beneficiarios; armonizar legislaciones estatales en materia regulatoria y la ventanilla única; aprobar  al 100% la deducibilidad de prestaciones laborales; elaborar un esquema de productividad sin cargas fiscales.

Además de crear un Marco de Competencia en el precio de las gasolinas y de actualizar la medición anual de los niveles de pobreza realizado por el Coneval.

¿Por qué los mexicanos no tenemos “Memoria histórica”?

Y es que muchas veces no se nos queda grabado en nuestra mente lo que nos ha perjudicado en demasía; somos pusilánimes, nos interesa lo inmediato y la llevamos en el “ahí se vá”; por los siglos de los siglos; por eso no avanzamos como sociedad. Lo de ser “agachones” se nos da y muy bien. ¡Qué lástima!

Tenemos que cambiar nuestra manera de ser, de pensar y de actuar; pero ya.

Hasta ahora reaccionaos en momentos en que nos ha estado “pegando el efecto del gasolinazo”. ¡Y lo que aún falta!

Recordemos que los excesivos dispendios y grandes latrocinios, más los fraudes y corrupción registrados tanto en Pemex como en la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Sobre todo en la administración del entonces director general de la petrolera, Emilio Lozoya, que autorizara la compra de Astilleros de Galicia (España) por 60 millones de dólares, cuando se supo que ésta estaba quebrada financieramente. Además de las compras de plantas petroleras de Fertinal, por 732 millones de dólares.

Aunado al incremento de precios de los hidrocarburos y a que los ingresos de Pemex disminuían de manera considerable, afectando su producción.

Por su parte, el gobierno federal durante el periodo del 2013 al 2015, retiró “en secreto” la cantidad de 240 mil 518 millones de pesos del patrimonio nacional invertido en la CFE y en Pemex, contribuyendo a que éstas se descapitalizaran.

La falta de liquidez representó un peligro enorme para la estabilidad de la economía mexicana.

No olvidemos que quienes autorizaron de ese tipo de nefastas  acciones fueron Luis Videgaray Caso, entonces titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y los subsecretarios Miguel Messmacher y José Antonio González Anaya, éste último (actual director general del IMSS) y concuño de Carlos Salinas de Gortari.

Videgaray Caso le solicitó a los entonces directores de Pemex y de la CFE a efectuar los pagos por el concepto de “Aprovechamientos”.  

Mediante ese mecanismo, el gobierno federal obtuvo ingresos extraordinarios, mismos que muchos de nuestros legisladores pasaron desapercibidos en el “Paquete Económico” que el presidente Enrique Peña Nieto año con año entrega al Congreso de la Unión y que para tal efecto se etiquetó en el renglón de “Otros”; sin que se haya especificado esa descomunal cifra.

¿Alguien conoce a donde fueron a parar esos 240 mil 518 millones de pesos extraídos de forma discrecional a la CFE y a Pemex?

Se fue al caño lo que por muchos años sustentó parte importante de la economía nacional. Nos hicieron creer a todos los mexicanos que ambas empresas y sus recursos pertenecían a cada uno de los mexicanos.

¡Fue un asqueroso y vil engaño para la ciudadanía!

Después de todo eso y de lo que está sucediendo con el efecto del llamado “gasolinazo” y de la perversa Reforma Fiscal. ¿Qué nos queda?

Lo que el grueso de los mexicanos sabe hacer muy bien es mofarse y hacer chistes o difundir “memes” de las adversidades; en vez de propiciar súbitos y permanentes cambios, de manera organizada. Y no se presiona, ni se observa detenidamente el desempeño de los servidores públicos, de distintos niveles, desde el ámbito municipal, estatal y federal; incluyendo al propio presidente de la República Mexicana.  Debemos tenerlos en la mira de manera permanente.

En otras naciones ya los habrían echado de patitas en la calle y los habrían encarcelado; pasando al descrédito y al infortunio personal.

Lástima que en México nos decimos muy “machos”, al parecer no nos fajamos bien los pantalones y carecemos del producto de las gallinas, para generar cambios positivos y de beneficio colectivo. No se recurre a los actos de desobediencia civil, que en otras latitudes ha dado como resultado que caigan malos gobernantes.

Además de ¿qué se puede esperar si sabe bien que el precio de las gasolinas (y el diésel) está indexado al precio del petróleo y al mismo valor del peso mexicano respecto al dólar estadounidense?

Luego se infiere que se hace improbable la reducción del costo de las gasolinas. Sobre todo cuando fuimos advertidos de los constantes y nuevos incrementos del próximo día 3 de Febrero y del 15 de ese mismo mes. Con el ajuste diario podría elevarse más.

Una vez más, los políticos y los legisladores federales y locales no están conectados con los ciudadanos, no escuchan las voces de la gente común que transita por las calles. Estos no se sienten escuchados por sus “representantes”.

Resta que la presencia de la inconformidad y el descontento social, aunado a la tibia ingobernabilidad haría que la gente salga de ese aletargamiento; al parecer se quiere despertar al monstruo dormido.

Sería oportuno y ante las presentes condiciones, que las figuras ciudadanas del plebiscito y de la revocación del mandato se puedan instrumentar. Estas se nos han negado por quienes dicen representarnos; los que dictan las Leyes en México.

@JROLDANA

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