Amistades siniestras; por Ethel Riquelme

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La historia del crimen cometido por Claudia Mijangos difundido a nivel internacional, con documental producido por Discovery Channel, ha significado una terrible realidad para los valores de la sociedad queretana y del país, pero lo que ha sucedido durante su detención en el penal de Tepepan y lo que hará al estar libre tras 30 años de prisión, supera cualquier novela de ficción.

Hace 30 años, esta mujer desató la historia más terrorífica que recuerde la sociedad queretana cuando, apoderada por voces que le hablaban, acribilló a sus tres hijos con un cuchillo, mientras dormían. Hace 14 años, una mujer francesa fue detenida por formar parte de un grupo de secuestradores en la Ciudad de México, pero su malogrado proceso sacudió el sistema judicial mexicano y las relaciones diplomáticas con Francia.

Hoy, La hiena de Querétaro y la Princesa Criminal, protagonistas de momentos terribles que ha enfrentado el país, están a punto de encontrarse y compartir habitación, tal y como lo hicieron en 2005 durante su estancia en el penal de mujeres de Tepepan.

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Ni el mejor novelista de terror hubiera mejorado la realidad de esta historia que engarza de forma extraordinaria la amistad entre estas dos mujeres.

Quién hubiera podido imaginar que al cumplir su condena de 30 años, Claudia Mijangos considerara seriamente la posibilidad de irse a vivir a Francia al lado de su mejor amiga, Florence Cassez, con quien estrechó lazos durante el tiempo que ambas estuvieron detenidas en la prisión mexicana.

“Ella conoce y entiende mi caso, y se ofreció a ayudarme para iniciar una vida lejos del repudio social que experimentaré si me quedo en México”, puntualizó la Mijangos en una entrevista para ABCNoticias.mx; a punto de gozar su liberación, anunció que se irá a vivir a Francia con Cassez.

Para los queretanos, la historia de “la Mijangos” es un referente obligado de la tragedia y la descomposición que en una sociedad de calma y tranquilidad se suscitó en 1989 en la famosa casa ubicada en Hacienda Vegil, del fraccionamiento de clase media Jardines de la Hacienda, escenario de un crimen brutal que ha revivido con la liberación de la mujer.

Durante estos 30 años, la casa blanca de dos pisos cuyo frente es imposible reconocer ahora, ha sido motivo de todo tipo de perversidades y turismo siniestro. Las actividades que ahí se han desarrollado por gente que se introducía en las noches para efectuar sesiones espiritistas, magia negra, drogarse, quemar objetos, violentar el mobiliario, pintar signos en las paredes, entre otras, llevaron a las autoridades a poner cemento en la entrada y tapiar definitivamente la fachada..

El sitio del crimen, donde jóvenes aún se ­reúnen en retos y entretenimiento creepy con bebidas alcohólicas incluidas, es también reflejo de una descomposición social.

La misma descomposición que enfrentó el sistema judicial mexicano al tener que dejar en libertad a la Cassez por errores y alteraciones en el procedimiento de detención —pese a los reclamos y pruebas aportadas por las propias víctimas del secuestro, que la implicaban, Ezequiel Elizalde, Cristian Ríos y su hijo—, pero apoyada por el gobierno de Francia, que ejerció una desmedida presión sobre las autoridades mexicanas en su defensa.

Una historia a la que le seguirían muchas más del sistema penal acusatorio y la incompetencia de investigadores y juzgadores. Una unión que, como cosa del destino, es un recordatorio de la fragilidad humana y la debilidad de la justicia.

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La historia del crimen cometido por Claudia Mijangos ha significado una terrible realidad para los valores de la sociedad queretana
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