Bólido: una luz en el cielo de #México, no un meteóro

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Por Tania Robles (Agencia Informativa Conacyt)

La madrugada del 21 de mayo de 2016 a la 1:48 a. m., el cielo del centro de México se iluminó por el paso y explosión de un objeto espacial. No se trató de un meteorito ni de un asteroide, sino de un bólido.

Un bólido es un fenómeno astronómico causado por la entrada de una roca a la atmósfera terrestre que, por su gran velocidad y fricción, se incendia iluminando tal como se acaba de observar en el país. El hecho de que este y otros objetos se acerquen de esta forma a la Tierra es debido a que son atraídos por la gravedad de la Tierra.

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A pesar de que no se conocen las dimensiones exactas de la roca, sí se sabe que fue de un tamaño mayor al que normalmente caen al planeta, y que explotó en la atmósfera desintegrándose completamente. No se han encontrado restos en la superficie de la Tierra, explica la coordinadora de Comunicación de la Ciencia del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Brenda Carolina Arias Martín.

Clasificación

Si bien se conocen distintos tipos de fenómenos parecidos entre ellos, no es lo mismo un cometa, un asteroide, un meteoro, un bólido y un meteorito.

Un cometa es una roca que orbita en ciertos periodos el sol, es por eso que solo se observan cada tiempo determinado. Su “cola” es causada porque están cubiertos y formados por hielo, polvo y material rocoso que al acercarse al sol se deshace en polvo o gas, e incluso llegan a formar atmósferas de este material. Un asteroide también orbita el sol; sin embargo, estos no dejan material a su paso debido a que están formados de metales y material rocoso. Ambos se formaron en la etapa temprana del Sistema Solar hace aproximadamente 4.5 mil millones de años. Estos últimos tienen su origen en puntos más cercanos al sol; mientras que los cometas se formaron alejados del sol, donde el hielo no se derritió.

Los meteoros y bólidos son eventos luminosos que resultan de la entrada de rocas a la atmósfera al encenderse. El factor que los diferencia es su tamaño y brillo que cada uno produce, por lo que en esta ocasión al haber presentado un brillo mayor al de Venus, lo que se observó fue un bólido que pudo tener un tamaño de algunas decenas de metros.

Ahora bien, los meteoritos son restos de un bólido o meteoro que cae a la Tierra. “Ochenta y seis por ciento de los meteoritos son del tipo condritas, compuestos de silicatos y otros elementos; ocho por ciento son acondritas parecidas a las rocas volcánicas terrestres; cinco por ciento son metálicos formados principalmente de níquel, y el uno por ciento restante son una mezcla de hierro, níquel y materiales de silicato”, explicó el doctor José Ramón Valdés Parra, del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).

Monitoreo constante

“Nuestro planeta está expuesto a que sea impactado por objetos al ser atraídos por la gravedad e irrumpir en nuestra órbita. Se sabe que todos los días en todo el planeta caen toneladas de meteoritos, pero dado que la Tierra está cubierta por tres cuartas partes de agua, la mayoría de estos objetos cae en el océanos”, comenta Brenda Arias.

La importancia de estudiar estos objetos espaciales es grande, motivo por el cual en el Instituto de Astronomía de la UNAM se realiza investigación en cuanto a la clasificación de meteoritos por parte del maestro Daniel Flores. Sin embargo, ya se encuentran en construcción en San Pedro Mártir, Baja California, dentro del Observatorio Astronómico Nacional, tres telescopios que tendrán como objetivo el monitoreo de objetos transneptunianos.

Es el proyecto Transneptunian Automated Occultation Survey (TAOS II), un grupo de telescopios robóticos de 1.3 metros de diámetro cada uno. Su tarea será realizada en un periodo de cinco años donde estudiarán un gran número de objetos más allá de Neptuno para estudiar el origen del Sistema Solar.

Existe hasta ahora un aproximado de mil 400 objetos registrados con diámetros mayores a 50 kilómetros, y TAOS colaborará a incrementar este número con la capacidad de observar objetos mucho más pequeños. De esta forma, México contribuirá de forma directa en la detección de estos cuerpos.

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